Diario de una historia

lunes, agosto 29, 2011

Tempestad

Se imponía un resquicio de luz entre tanta lóbrega soledad. Los rayos nacían imperiosos de las entrañas mas profundas mientras el cielo henchido de agua reventaba en gemidos contra la ciudad. Los arboles se estampaban contra una atmósfera cargada de electricidad, tan fuerte que había reventado las farolas y toda luz se había convertido en una almaragama de cristales rotos cubriendo las calles. Los escaparates habían desaparecido y los productos se esparcían por doquier. Nadie se atrevía a salir. Nadie se atrevía a respirar si quiera ante aquella desoladora imagen. Las ventanas se encorvaban hacia dentro por la fuerza de la lluvia y el respirar taciturno de las fábricas había quedado anegado por la tormenta. Solo se veía en el infinito una interminable sinfonía de truenos y rayos. Se oían cada vez mas cerca, se oían hasta con furia y gritos. Paso a paso la luz se convertía en algo mas cegador. Cada vez que caía uno lo sentías dentro de ti. Hasta que el siguiente fue a dos manzanas de aquí. Un primero destrozó el pararrayos, el segundo reventó las paredes despellejando así el rascacielos de arriba a bajo. El tercero destrozó las vigas y no quedó mas que ceniza en un esqueleto de metal.
De un gran artista

Le siguió otro edificio más cercano y su fulgor dejaba ciego a quien lo miraba. Sólo quedaba meterse debajo de las sábanas, susurrar plegarias a los dioses y creer que podrían huir de la tormenta, sin saber que la llevaban dentro.
Desperté, asustado cuando el ultimo rayo destrozó mi edificio. Desperté y recordé que en el sueño estaba con ella, mirándome como si no pasara nada, como si en realidad eso no fuera real. Estaba ella dentro del sueño protegiéndome. Diciéndome con la mirada que terminaría como todo. Como un simple sueño de mala noche.
Volvía a la realidad y la tempestad de mi corazón seguía henchida de rabia. Seguía solo y desolado. Amargado por mi condición de escritor y soñador.
Dónde estás, Lucia
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miércoles, agosto 24, 2011

Atardecer

Tengo miedo de volver a gritar. Esta mañana me di cuenta que estaba a oscuras y decidir pasar así todo el día. Tengo miedo de volver a gritar y sentir que el aire me falla en los pulmones y no puedo respirar. Que simplemente grito sin saber dónde estoy. Esta mañana los cristales no dejaron pasar la luz, ni las nubes, ni los edificios llegaron a mi retina. No quise creérmelo y ahora estoy aquí escribiendo sin luz, con los ojos cerrados. No quiero abrir los ojos y darme cuenta que sigo en una realidad que no me gusta.
Nunca me había pasado esto. Antes podía ver las cosas y transfigurarlas, pero ahora en la realidad oscura en la que me sumerjo, ¿quién soy?
Puedo haber muerto y no me enteraría de nada, simplemente porque no tengo casi constancia de mi mismo. Podría estar muriéndome. Por eso sueño que escribo, por eso sueño que vivo. Porque quiero aferrarme a esa ilusión.
Es el primer día que no veré el atardecer. Abro los ojos y ahí está. Esa maldita oscuridad que se va aclarando poco a poco.
Me gusta como sabe, me gusta como huele. Me encanta. Acabo de nacer de nuevo

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Mujeres

Me pregunto en mi agonía, qué habrá sido de todas aquellas mujeres a las que deseé con fervor y nunca pude saborear con mis labios como hubiera querido. Me pregunto qué habrá pasado con sus cuerpos y sus mentes. Si habrán alcanzado nuevos estratos y si por algún atisbo benévolo habrán pensando en mi como lo hago yo ahora. Simplemente como un si condicional sin sentido. Me gustaría verlas una vez mas para enamorarme de ellas de nuevo, para sentirlas en el pensamiento como mías y vivir mil aventuras con ellas, con cada una sin mediar en gastos mentales. Despertarme durante una temporada lo justo para poder comer, beber y regresar corriendo al cálido trono de mi cama. Volver a besarlas a todas en distintas épocas de mi vida, en distintos entornos y con cientos de personas nuevas. Niños, cáncer, el sexo, el amor (casi tan nocivo como el cáncer), y las caricias interminables a media noche, con la luna, las estrellas y unas cuantas copas de más. Seguiría haciendo esto sin descansar porque tanto me gusta soñar.
Pero, me pregunto si mi mente tendrá consciencia de los echos y no sabrá que ésto sólo le llevará a su propia destrucción. No sé si podré soportar cómo poco a poco me voy muriendo y sigo esperando con los ojos abiertos a que llegue. Cómo sigo soñando cada vez que escribo y rememoro toda mi vida. Larga vida para los pocos años que he tenido. Quizás la más larga vida jamás contada si hubiera vivido lo que escribí y lo que me escribieron las personas a las que leí.
Me pregunto también qué será de mis castillos, de mis inexpugnables fortalezas de cristal que se salvaguardaban de la tormenta lunática de la vida, del amor, del odio, del ser humano y de Dios. Me pregunto qué habrá sido de mi Dios. Si seguirá deambulando entre mis neuronas o, como yo, se está muriendo.
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martes, agosto 23, 2011

Gusanos

Siento los huesos carcomiendo lo que podría ser ya los huevos de mis próximos huespedes. Los gusanos siempre me han caído bien, más los que son como estos parásitos que no tienen otra misión que sobrevivir a expensas de los demás. Me recuerdan tanto a mi propia extirpe que me sienta bien que termine todo entre familia. Gusanos y humanos muriendo y viviendo en el  mismo mundo. Tan pegados que ya no recuerdan quién es quién. Creo oírlos; se apoderan de mis oídos y me susurran cuentos rastreros, llenas de palabras que me llegan al alma y me hacen llorar. También siento que palpitan en mi corazón y apenas son huevos. Ya veremos qué pasará cuando nazcan, cuando empiecen a carcomerme y se ahoguen entre la tinta de mis entrañas. Tendría que haberme negado a aquella petición. "Escribe siempre, escribe sin parar para poder sobrevivir, escribirás siempre si ese es tu sueño"
De un gran artista, visitarlo
Escribiré siempre. Me estoy cansando de perder la luz, de oir voces dentro de mi que no es mi alma ni mi odio. Me estoy cansando de esperar que esa puerta se habra y aparezca Luz con su voz. Que me diga que no pasa nada. Que volvemos a casa.
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Moriré, lo sé

Sinceramente quisiera saber que esta sociedad, marchita de poemas y poetas encontrará en mi cama un cuerpo tranquilo, o quizás en la mesa, o simplemente en el suelo. Como dije antes no sé cuándo me pillará la muerte, pero desearía que estuviera en paz y no se ensalzara con mi tormento. Durante toda mi vida he pasado desapercivido, como una sombra rodeado de humo. Estoy acostumbrado a que no me lloren, a que no me conozcan. Tan poco que nadie sepa mi nombre, ni tú, Lucia, ni últimamente yo; repetí e inventé tantos nombres como máscaras para mi corazón. Busqué con la mentira cuentos de formas para que alguien pudiera darse cuenta luego de quién era. Me busqué luego a mi mismo, entre palabras que fui dejando a lo largo de mi vida y tuve miedo en aquel entonces y ahora mismo, miedo de que mis sueños al final, después de muerto, no se hagan realidad. Tengo miedo de que mis manos, llenas de tinta no sirvan para nada, que al final de todo esto, no quede mas que un cuerpo más. Súbdito y carne de insectos y ratas.
Creo que seguiré aquí un rato más escribiendo sin parar, tengo tinta de sobra... ¡Claro que tengo tinta de sobra! hice aquel pacto hace tanto tiempo...
Me mantendré reacio de la luz, la perdí contigo, y también de los espejos, me daban a entender todos los días que sí, que era un día más, sin importancia.
Verdad, tú también eres una zorra mal pintada. Sabe Dios quién te quiere entera y pura, quién podría aguantar tu luz y tus jodidos celos de ser única, sin matices.
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lunes, agosto 22, 2011

No sé bien qué hora es.

Me gustaría saberlo e intentar huir de esta celosía de pensamiento que me oprimen, que me corróen con el miedo injusto, con el pensamiento descortés y egoísta de no saber cuándo moriré. Pero no puedo conocer ni el  momento ni el lugar puesto que juré no dar mi brazo a torcer cuanto el tiempo y espacio, contra el esperpento de la vida. Dichoso tiempo, también a mi me gustaría conocer dónde, en qué antro sombrío dejaste mis labios pegados a un bourbon barato; de cuántos labios fue bebido y cuántas resacas mal sabidas me dejó. Me gustaría pensar que no fui el único tirado en un portal mirando la luna, ebrio del gran vacío y con un amargo sabor de boca.
¿Y el silencio? Aquel jodido cerdo que me ha robado - Y aún lo sigue haciendo - las palabras que hubiera querido decirte. Me gustaría que te contara todo pero que no es así.
El miedo es de cobardes si no sabes enfrentarlo y la suerte no es para cualquiera. Me gustaría besarte, claro que me gustaría, pero como siempre ya va siendo tarde.
Puta ceguera - creo que nunca te conté - está devorando las ganas que tengo de vivir, hasta incluso las ganas que tengo de ti. Es una lástima tener que decirlo, pero ya casi no veo nada y me estoy dejando la luz en este papel. Ya casi no hay luz y las ventanas están abiertas. Me pregunto qué hora es.
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Las ratas del Mundo

- En este mundo no somos más que miles de ratas pululando y fornicando continuamente. Y tú, por mucho que quieras elevarnos a estratos superiores. Has de saber que estará llena de ratas; sucias, asquerosas y humanas ratas.
- Y la plaga más demoledora no serán ni las cigalas, ni las cucarachas ni las grandes pestes. Seremos nosotros mismos y para cuando nos demos cuenta, será demasiado tarde.
- ¿Es tuyo?
- No, es de una secta satánica
- Parece religiosa
- En el fondo es lo mismo, la misma mierda, las mismas ratas. ¿No?
Sonrió con ganas. Con un brillo extraño en su mirada como si odiara que le dejaran sin palabras, pero que adorase ver que alguien le hacía caso.
- Me tengo que ir, Miguel
- Miguel Angel - me recordó- recuerda que soy un ángel
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jueves, agosto 18, 2011

La sinceridad de las palabras



Todas las veces en las que alguien sufre por amor, son las mismas que cualquier otro. Me hace gracia que nos neguemos a la formalidad y vulgaridad y hagamos de este nuestro amor, único e inigualable, y que no solo eso, todo nuestro amor es distinto a los demás. Imagino que será por el miedo a no ser nadie salvo otro individuo mas entre la compleja maraña de insectos que plagan el mundo. Sí, somos insectos, ratas, bichos, plantas, rocas. Al fin y al cabo no somos más, una raza evolucionada que quiere ser algo mas pero que sigue pegada al betún.
El amor. Nuestra única salida al dolor y desazón humano, la única salida a la desesperante cadena de fatalidades, a ese 99 por ciento de porquería repetitiva. Esa persona es el 1 por ciento, ese arte, ese violín, ese pequeño mundo que construyes con esa otra persona, ese mundo donde huyes. Ese "Nunca jamás" de J.M Barrie, todos los cuadros de Picasso, el silencio de Goya en su época oscura, en sus pinturas marcadas por su interior. Tantos genios de la música que viven ahí, entre el "do" y el "mi", tantos genios que vivieron dentro de sus páginas.

Tantos enamorados que viven en sus parejas y en sus abrazos, dormidos en sus besos, muriendose de placer en cada orgasmo. Cada "nunca jamás" en los ojos de la persona a la que amas.
La sinceridad de las palabras, es muy difícil de decir todo lo que se te pasa por la cabeza, pero es fácil ver lo que siente la otra persona cuando abre su corazón
La sinceridad del corazón cuando escribes, siempre es real
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Caminantes