Es aquí, donde a veces soy feliz, entre las sábanas limpias de los domingos y los gatos jugueteando por los pasillos buscando un ratón que nunca hubo. Soy feliz a la luz del ocaso porque siento que un día más llega a su fin, pero no así mis sueños. Que me estremezco si oigo cómo alguien grita a la luna en plena penumbra de noviembre. Porque a mi me gustaría estar con esa persona, gritando también.
Soy feliz en los deslices de la ventura, en cada calada amarga de un tabaco de hoja negra. Sé que aquello me mata lentamente, como cruzar la carretera con los ojos cerrados, aunque sean las 5 de la madrugada y no se oigan coches por las calles. Soy feliz con el miedo sozobrando en mis sueños cada vez que te veo respirar. Y yo respiro también, cuando vuelvo atrás.
Donde a veces soy feliz es en los entresijos del tiempo que me guarda para sí, como un valioso regalo de la vida. Soy feliz porque perduro, aún con esta tormenta de arena azotándome las mejillas. Y no decaigo, ni desfallezco en mi locura de caminar eternamente. Y vuelvo a escribir, gritando al mundo todo lo que pienso cuando el mundo calla. Qué bonitos son los silencios de madrugada.
Y qué bonita te me apareces por la noche, con tu sonrisa aciaga, buscando con sueño toda la noche un cuento que te haga dormir.
Y desapareces porque sabes que ni eres sueño ni eres realidad. Sigues viva mientras te escriba. Aquí,
donde soy feliz.
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Soy feliz en los deslices de la ventura, en cada calada amarga de un tabaco de hoja negra. Sé que aquello me mata lentamente, como cruzar la carretera con los ojos cerrados, aunque sean las 5 de la madrugada y no se oigan coches por las calles. Soy feliz con el miedo sozobrando en mis sueños cada vez que te veo respirar. Y yo respiro también, cuando vuelvo atrás.
Donde a veces soy feliz es en los entresijos del tiempo que me guarda para sí, como un valioso regalo de la vida. Soy feliz porque perduro, aún con esta tormenta de arena azotándome las mejillas. Y no decaigo, ni desfallezco en mi locura de caminar eternamente. Y vuelvo a escribir, gritando al mundo todo lo que pienso cuando el mundo calla. Qué bonitos son los silencios de madrugada.
Y qué bonita te me apareces por la noche, con tu sonrisa aciaga, buscando con sueño toda la noche un cuento que te haga dormir.
Y desapareces porque sabes que ni eres sueño ni eres realidad. Sigues viva mientras te escriba. Aquí,
donde soy feliz.