Es posible que yo me hubiera forzado a seguir andando. Mucho después de que mis pies se hubieran convertido en muñones ennegrecidos por todas las hogueras que pisé. Y sí, es cierto, no soy más que un solitario en una laguna azul, pensando cómo salir de estas aguas sin que alguien me mire mal.
La soledad, el frío, la angustia. No son nada comparados con el sentimiento de desazón que te crean tus más allegados, tu familia a la que deberías querer, tus amigos a los que deberías respetar. Es peor el sentimiento que se pierde que el sentimiento perdido.
Y es que aquí me ves, con las manos entre fotos y recuerdos a Channel, como si hubiera una forma de escapar al pasado. Y te da por gritar.
Claro, como siempre.
Los pulmones se vuelve a llenar de un vacío muy oscuro cada vez que pienso en el mundo que me rodea, en todas esas pequeñas particularidades tan repetitivas, en todas esas personas que dicen sentirse especiales cuando no son más que una réplica mal hecha de otra persona en otra parte del mundo. Que parece que las buenas ideas ya se acabaron y que no queda nada por lo que luchar. Y eso da bastante asco.
Entre otras cosas porque sientes que es cierto.
Y es así como se te acaba el aliento cada vez que quieres respirar, y es así como vuelves a tu laguna azul, a tus pantanos tintados de verano, a todas esas historias que contaban antes de dormir. A las fotos, los recuerdos, el Channel. Y es así como te quedas estancado en tu ritmo, en tu propio camino. Porque tienes un miedo atroz al dolor y a todo lo que significaría volver a vivir como una persona real en vez de una normal.
Es extraño que nadie me pregunte por qué diablos estoy aquí. Apenas un par de personas pasan y me saludan con la cabeza en un gesto de aceptación social. Y claro, cómo no, yo hago lo mismo y les saludo al pasar.
Algo me dice que necesito salir, pero no sé si merecerá la pena, de verdad, que alguien pregunte a otra persona, si de verdad está bien, fuera de lo estrictamente necesario.
Porque y tú. ¿Cómo te encuentras?
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La soledad, el frío, la angustia. No son nada comparados con el sentimiento de desazón que te crean tus más allegados, tu familia a la que deberías querer, tus amigos a los que deberías respetar. Es peor el sentimiento que se pierde que el sentimiento perdido.
Y es que aquí me ves, con las manos entre fotos y recuerdos a Channel, como si hubiera una forma de escapar al pasado. Y te da por gritar.
Claro, como siempre.
Los pulmones se vuelve a llenar de un vacío muy oscuro cada vez que pienso en el mundo que me rodea, en todas esas pequeñas particularidades tan repetitivas, en todas esas personas que dicen sentirse especiales cuando no son más que una réplica mal hecha de otra persona en otra parte del mundo. Que parece que las buenas ideas ya se acabaron y que no queda nada por lo que luchar. Y eso da bastante asco.
Entre otras cosas porque sientes que es cierto.
Y es así como se te acaba el aliento cada vez que quieres respirar, y es así como vuelves a tu laguna azul, a tus pantanos tintados de verano, a todas esas historias que contaban antes de dormir. A las fotos, los recuerdos, el Channel. Y es así como te quedas estancado en tu ritmo, en tu propio camino. Porque tienes un miedo atroz al dolor y a todo lo que significaría volver a vivir como una persona real en vez de una normal.
Es extraño que nadie me pregunte por qué diablos estoy aquí. Apenas un par de personas pasan y me saludan con la cabeza en un gesto de aceptación social. Y claro, cómo no, yo hago lo mismo y les saludo al pasar.
Algo me dice que necesito salir, pero no sé si merecerá la pena, de verdad, que alguien pregunte a otra persona, si de verdad está bien, fuera de lo estrictamente necesario.
Porque y tú. ¿Cómo te encuentras?