Diario de una historia

martes, julio 08, 2014

Otra historia triste de amor

Tranquilo, se dijo a ella misma
pero para él.
Dos veces me he caído ya
y no sé quién, fue, o quiso ser,
quien me sostuvo.
No sabía cómo decírselo.
Que sus labios estaba secos
de amargura, o alcohol
poco importaba ya, algo
un atisbo de cuidado, te pedí.
Me daba igual cómo fueras.
Pero me dijiste que era bella,
(me acuerdo de ello, sí)
que yo, aquí y ahora
era eterna
y te creí

y que me fui deshaciendo de la primavera que me habías pintado, al momento, de los largos paseos en barca por las lágrimas de tu pasado, un poco más tarde, y... ¡Dios!, tanto te quise entonces, que los lánguidos otoños que continuaron no parecerían nada, si me hubieras hecho un poco de caso. Si acaso me hubieras escuchado.

Yo estaba rota, a cachos
mitad poesía, mitad prosa
deshilada y agachada, amenazaba
con perderme entre mis letras.
si no me hacías persona.
Te pedí delicadeza y,
me dijiste que era hermosa




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