Hoy es uno de esos días en los que junto varios conocimientos de varias personas en una idea continuada y me vengo aquí y lo suelto todo. Y es que me ha hecho gracia que durante años ha habido muchos filósofos, pensadores y genios de la sociedad que han intentado buscar nuevas formas de relacionarnos en sociedad, ya bien sea en el entorno laboral, ya sea bien en nuestras propias relaciones familiares, Y es que es completamente cierto que no somos ni una pequeña parte de lo que podemos llegar a ser y que, como bien he dicho, nadie nos enseñó a ser humanos.
Pero lo que más gracia me ha hecho es que nadie se ha puesto a cambiar las cosas desde donde se debe hacer, desde los cimientos de nuestra propia personalidad. Nadie ha intentado arreglar uno de los mayores problemas que tenemos cuando somos pequeños y empezamos a aprenderlo todo. Y es el castigo.
Por mi propia experiencia (no sé la de los demás) las personas tienen un pavor terrible a equivocarse en cualquier ámbito, aún incluso cuando son unos expertos, existe una presión propia por el miedo a que te rechacen, por el miedo a sufrir un agravio de cualquier tipo que no nos permite trabajar como nosotros mismos quisiéramos hacer. Me pregunto cuántos de vosotros os habéis sentido felices cantando cuando nadie escuchaba, o haciendo un plato de comida para alguien que no os piensa ofender con sus críticas. Lo haces con entusiasmo, con amor por lo que estás haciendo sin una sinfín de malas palabras carcomiéndote la sesera.
De pequeños nos enseñan que no podemos equivocarnos porque o si no tendremos un castigo y cada vez que lo hacemos el castigo viene siendo mayor, si no es físico es psicológico o si no, simplemente no nos dejarán salir de casa durante un año. Lo cual nos hace ser más reacios a intentar hacer algo nuevo, a probar. Lo cual hace que tengamos un miedo total a ser nosotros mismos y nos dedicamos simplemente a imitar lo que socialmente está aceptado, por puro miedo a que nos castiguen.
Actualmente no hay comprensión, ni entendimiento ni empatía. Hoy por hoy no he visto a nadie reírse con otra persona por los errores cometidos, por haber perdido un móvil, por haber suspendido un examen. Hoy por hoy sólo veo odio encadenado y cada eslabón es una persona anclada a la otra.
Nos hacemos una fortaleza para poder aguantar todo el odio que nos piensan echar, y por dentro, seguimos siendo unos niños asustados, sin creencias, sin convicciones. Deseando amar y ser amados para sentirnos alguien especial.
Nadie aprende a quererse hoy en día
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Pero lo que más gracia me ha hecho es que nadie se ha puesto a cambiar las cosas desde donde se debe hacer, desde los cimientos de nuestra propia personalidad. Nadie ha intentado arreglar uno de los mayores problemas que tenemos cuando somos pequeños y empezamos a aprenderlo todo. Y es el castigo.
Por mi propia experiencia (no sé la de los demás) las personas tienen un pavor terrible a equivocarse en cualquier ámbito, aún incluso cuando son unos expertos, existe una presión propia por el miedo a que te rechacen, por el miedo a sufrir un agravio de cualquier tipo que no nos permite trabajar como nosotros mismos quisiéramos hacer. Me pregunto cuántos de vosotros os habéis sentido felices cantando cuando nadie escuchaba, o haciendo un plato de comida para alguien que no os piensa ofender con sus críticas. Lo haces con entusiasmo, con amor por lo que estás haciendo sin una sinfín de malas palabras carcomiéndote la sesera.
De pequeños nos enseñan que no podemos equivocarnos porque o si no tendremos un castigo y cada vez que lo hacemos el castigo viene siendo mayor, si no es físico es psicológico o si no, simplemente no nos dejarán salir de casa durante un año. Lo cual nos hace ser más reacios a intentar hacer algo nuevo, a probar. Lo cual hace que tengamos un miedo total a ser nosotros mismos y nos dedicamos simplemente a imitar lo que socialmente está aceptado, por puro miedo a que nos castiguen.
Actualmente no hay comprensión, ni entendimiento ni empatía. Hoy por hoy no he visto a nadie reírse con otra persona por los errores cometidos, por haber perdido un móvil, por haber suspendido un examen. Hoy por hoy sólo veo odio encadenado y cada eslabón es una persona anclada a la otra.
Nos hacemos una fortaleza para poder aguantar todo el odio que nos piensan echar, y por dentro, seguimos siendo unos niños asustados, sin creencias, sin convicciones. Deseando amar y ser amados para sentirnos alguien especial.
Nadie aprende a quererse hoy en día