Todas las veces en las que alguien sufre por amor, son las mismas que cualquier otro. Me hace gracia que nos neguemos a la formalidad y vulgaridad y hagamos de este nuestro amor, único e inigualable, y que no solo eso, todo nuestro amor es distinto a los demás. Imagino que será por el miedo a no ser nadie salvo otro individuo mas entre la compleja maraña de insectos que plagan el mundo. Sí, somos insectos, ratas, bichos, plantas, rocas. Al fin y al cabo no somos más, una raza evolucionada que quiere ser algo mas pero que sigue pegada al betún.
El amor. Nuestra única salida al dolor y desazón humano, la única salida a la desesperante cadena de fatalidades, a ese 99 por ciento de porquería repetitiva. Esa persona es el 1 por ciento, ese arte, ese violín, ese pequeño mundo que construyes con esa otra persona, ese mundo donde huyes. Ese "Nunca jamás" de J.M Barrie, todos los cuadros de Picasso, el silencio de Goya en su época oscura, en sus pinturas marcadas por su interior. Tantos genios de la música que viven ahí, entre el "do" y el "mi", tantos genios que vivieron dentro de sus páginas.
Tantos enamorados que viven en sus parejas y en sus abrazos, dormidos en sus besos, muriendose de placer en cada orgasmo. Cada "nunca jamás" en los ojos de la persona a la que amas.
Tantos enamorados que viven en sus parejas y en sus abrazos, dormidos en sus besos, muriendose de placer en cada orgasmo. Cada "nunca jamás" en los ojos de la persona a la que amas.
La sinceridad de las palabras, es muy difícil de decir todo lo que se te pasa por la cabeza, pero es fácil ver lo que siente la otra persona cuando abre su corazón
La sinceridad del corazón cuando escribes, siempre es real
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