Diario de una historia

sábado, enero 26, 2013

Decidió

Muchas veces se puso a pensar qué porqué diablos iba a seguir escribiendo cuando el mundo no quería hacerle caso. Se preguntaba a sí mismo si seguir en ese nuevo mundo que se había inventado, un mundo completamente imaginado. Un mundo falso. Un mundo que lo llamaba y que nunca quería hacer caso como hubiera debido hacer desde el principio.
Seguía desde afuera y ese era el problema. Que la inmensa mayoría de las historias terminaban en que el protagonista conseguía salir de su realidad por completo para internarse en esa nueva historia, en ese nuevo renacer para al fin, poder salir de ese presidio. De esa cárcel carnal.
Luego volvían, claro, el final tenía que ser moralista. Esta vida es la verdadera, es la que tienes que vivir, pero también es este el mal del escritor, esta es su enfermedad.
Sí, así se cura, escribiendo y leyendo, quizás por eso la gente dice que el ser artista no es de esta tierra, ni de este universo. Que por alguna extraña maravilla las leyes naturales no le afectan, o no quiere que le afecten, que termina siempre siendo así.
Decidió al final que realmente no era por necesidad animal de aceptación social por lo que escribía. Era por intentar encontrar un atisbo de luz onírica al final de su túnel, de ese túnel tan real, de ese odio principal.

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