Diario de una historia

lunes, febrero 13, 2012

La chica de los pasillos

Sabéis, hoy no me apetece intentar hacer ningún escrito de ámbito riguroso ni de prosa pesada. Tampoco denso y profundo. Mas bien, quisiera intentar recordar con el corazón latente y feliz a "Mi chica de los pasillos"
Quisiera hacer un recuerdo, pero un recuerdo para todos vosotros a ver si así podéis comprender lo que quiero decir. Hace unos años, cuando me saltaba las clases de par en par y hacía rabiar a los profesores en pos de un supremacía intelectual. El primer recuerdo que tengo era estar tirado en el suelo fuera de la clase porque me habían echado al no parar de hacer el mongol. Yo ahí me sentía un Dios todo poderoso fuera de ley, rebelde sin causa. Me imaginaba a mí mismo con una chaqueta de cuero tachonada y mascando tabaco como un cabrón.

En ese mismo instante (sigamos con la línea del recuerdo) apareció ella, la chica que me sonreía, la chica esbelta que no había visto pasar por ninguno de los pasillos del instituto, la chica de las amigas guays, de las guapas del instituto. De las pijas repelentes.
Y me miraba, coquetamente, pícaramente. Es cierto que puede que me acuerde de esto a mi manera, que en realidad las cosas no fueran así y estuviera viendo la gracia que le hacía alguno de mis compañeros dentro de la clase. Pero para mi fue especial. Hizo que me levantara desde mi submundo mental en donde me hallaba hasta llegar a los estratos de luz y calor en donde ella, como persona normal, se encontraba.
Esa era la chica de los pasillos y seria ella sin saberlo durante mucho tiempo.
Mucho tiempo después, ella misma me confesó que no pasó nada, simplemente porque la daba miedo; la daba miedo por el aura oscura que irradiaba. Por la umbra que se cernía a mi paso. Porque por aquel entonces no había encontrado un amor recíproco, alguien que hiciera salir de mis ojos esa luz que llevaba dentro.
Si hubiera brillado desde un principio, las cosas hubieran cambiado.
No es que me sienta mal por lo que paso o pudo haber pasado. Ni tampoco es que esto tenga ninguna moraleja. A uno siempre le sienta bien recordar cosas bonitas
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viernes, febrero 10, 2012

Naturaleza humana

Hace poco tiempo tuve una breve discusión con una amiga sobre el tema de una tercera guerra mundial que diera paso a una cuenta nueva. Un borrón masivo de toda nuestra historia para que, después de la gran hecatombe, unos cuantos genios discutieran  sobre cuál sería la mejor forma de crear una civilización, una sociedad de política estable. Es aquí cuando quiero dar a entender mi punto de vista basado en un escritor llamado Aldous Huxley cuya obra "Un mundo feliz" narraba la posible civilización idónea después de una gran guerra en donde todas las personas estaban creadas para su trabajo, para el trabajo que les satisfaría toda su vida. Y no sólo quiero apoyarme en un escritor, si no también en hechos históricos en donde las grandes guerras (por muy cruentas y malas para la salud que sean) han hecho que el mundo cambie. Y ya no solo las grandes guerras, si no también las revoluciones. Se arrasó completamente con el Antiguo Régimen aboliendo todos los estatutos y dando paso a unas castas sociales mas extensas, no tan cerradas. Mismamente el final de los dinosaurios dio paso a una nueva forma de vida, así que, yo me pregunto, ¿por qué no hacer esto, pero de una forma controlada? Una gran revolución social, cultural y sobre todo mental en donde todas las personas se dieran cuenta de tal y como vamos no llegaremos buen puerto, de que, por una vez en nuestras jodidas vidas, quizás habría que cambiar antes de estar al borde del vacío.
Yo siempre he sido partidario del humano, quizás me podría llamar incluso a mí mismo humanista, un amante de todas las proezas que ha realizado el ser humano a lo largo de su larga historia. No ha habido nada que se le pudier interponer en su camino, ni aire, agua, tierra o fuego. Hemos sabido luchar contra todos los elementos, contra la naturaleza en sí (aunque siempre terminemos siendo derrotados tras un tsunami o un gran terremoto) y se podría decir que las propias leyes de la física pueden ser rotas por maquinarias colosales. La vida y la muerte pueden ser meros títeres dentro de poco para cualquiera que así lo desee. Pero... ¿y nosotros mismos? Siempre nos hemos puesto a luchar contra todos los entes que estaban a nuestro alrededor pero nunca nos hemos puesto a ver que deberíamos luchar contra nuestras propias raíces animales y dejarnos llevar un poco por la razón, ¡Qué digo un poco! deberíamos ser seres racionales al completo, deberíamos llevar esa carro de caballos enfurecidos con nuestra mayor arma, con nuestro cerebro. Pero sin embargo nos dejamos llevar por algo que nos ha dado la supremacía y ahora mismo nos está matando. Y es buscar el mayor placer por el menor precio. La tranquilidad de nuestros hogares, de nuestros sofás puertas cerradas al mundo. Deberíamos empezar de nuevo y aprender que las cosas no son así. Que nosotros somos esos superhombres amos de nosotros mismos y no borregos a merced de la hora de nuestra muerte. Pastando todo el día sin razón ni conocimiento.
El problema es que ahora mismo hay tanto desnivel, hay tanta diferencia ideológica, somos tantísimas personas con tantísimas creencias, países, idiomas, políticas y sociedades en sí, que no podemos ponernos de acuerdo.
La humanidad está ligada al desastre desde el primer amanecer. Y por mi parte, estaría de acuerdo de un borrón y cuenta nueva. Una hermosa revolución
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